Sushita: un gran descubrimiento
Hace unas semanas fui por primera vez al
restaurante Sushita, enfocado en sushi y cocina japonesa fusión. Tengo que
destacar que mis expectativas eran altas ya que muchas personas que habían ido
les había encantado, por lo que no era una tarea fácil para el restaurante.
Antes de
entrar, visualicé desde la acera de enfrente la gran fachada del establecimiento,
transmitiéndome una sensación de claridad y transparencia. En su exterior tan
solo había que ver sus enormes cristaleras, con unas luces finas distinguiendo
el nombre del restaurante. Nada ostentoso por muy grande que sea el local.
Cuando entramos pude comprobar lo espacioso y el ambiente tan distendido del lugar. Nos
acercamos a la recepcionista y le comentamos que teníamos una reserva para dos
personas a las 15.00h. La chica muy amable comprobó la misma en el ordenador,
pero parecía que había un error, nuestra reserva no estaba registrada. Mi amiga
y yo nos quedamos con cara de...¡Y ahora que hacemos... si ya son las 15.00 de
la tarde de un sábado...! Rápidamente la recepcionista llamó a otro restaurante
de la cadena para comprobar que habíamos realizado la reserva en el lugar
correcto, pero ni rastro de nuestros nombre por las agendas. Tras esta rápida
comprobación nos pasaron a una mesa sin ningún inconveniente, por lo que la
primera prueba estaba superada.
Un camarero
nos acompañó a una mesa del piso superior y nos ofreció las cartas de comida,
he de decir que el atuendo de cada uno de los profesionales de Sushita era
espectacular, muy cuidado y estiloso, mostrando al mismo tiempo los valores del
propio restaurante de cocina japonesa. Grandes plantas mostraban la sensación
de libertad y naturalidad del sitio en concreto, incluso las cartas estaban incrustada
en un trozo de madera, compuesta por un papel antiguo que rompía con la
estética moderna de la comida fusión japonesa.
Cuando nos
acercamos a la mesa asignada, solo estaban colocados dos platos, dos vasos,
cubiertos y un cuenco en el que posteriormente el camarero nos pondría salsa de
soja. Un estilo muy cuidado y escueto, como había comentado al principio sin
ninguna ostentación. Lo mismo que nos transmite el logo de Sushita, limpieza,
claridad y entender desde un primer enfoque con la marca la comida que se va a degustar.
Tanto la vajilla como los sofás o las sillas no dejaban indiferente
a nadie, un estilo moderno, glamuroso y un trato excepcional, hacían del Sushita
un lugar espectacular acorde con todas las expectativas con las que yo había
entrado por la puerta.
Volviendo
otra vez al trato de los profesionales del lugar, cuando era la hora de pedir,
estábamos indecisas y le preguntamos al camarero su opinión, finalmente
acabamos fiándonos del profesional y optamos por pedir tempura de unagi y makis
california.
Una muy buena elección.
Por todo esto tengo que decir que lugares como
Sushita en la que su encanto lo mantienen tanto dentro como fuera del
establecimiento, es un auténtico logro. Cuando te adentras en uno de sus establecimientos la experiencia de libertad y armonía van de la mano de su decoración y el trato de sus trabajadores. Desde mi punto de vista Sushita crece gracias a los pequeños detalles y las experiencias que sientes cuando entras en uno de sus restaurantes, amenizando tu velada de una forma distinta y cercana, sintiéndote "importante" a un precio razonable.

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